La OIT - Organización
Internacional del Trabajo, expone
claramente cómo los conflictos y catástrofes tienen un impacto devastador en la
vida de las personas; matan, mutilan y lesionan a las personas y los obligan a
huir de sus hogares, destruyen sus medios de subsistencia, los hacen caer en la
pobreza y el hambre, y los atrapan en situaciones en las que sus derechos humanos
fundamentales son vulnerados de forma sistemática y estructural.
Los niños,
niñas y familias de Chigorodó durante más de dos décadas han sufrido los
estragos del conflicto armado y los devastadores eventos catastróficos tales
como el desbordamiento de los ríos Chigorodó, Guapá y León. Las inundaciones por
exceso de lluvia, los vientos, y las largas temporadas de sequía arrasan y
acaban con los cultivos y las cosechas a pequeña y gran escala. Este conjunto
de eventualidades afecta las oportunidades de trabajo y en consecuencia la forma
como las familias conviven, se relacionan y subsisten. Así las cosas es frecuente encontrar en las
calles de Chigorodó niños y niñas trabajando de múltiples formas; exponiendo así
su integridad física y psicológica a situaciones de más alto riesgo
psicosocial. -El actual paro nacional de profesores ha tirado a las calles a miles de niños y niñasque tienen que salir a trabajar junto con sus familias.
Los niños y las
niñas suelen ser las primeras víctimas de estas situaciones, cuando las
escuelas son destruidas y los servicios básicos no alcanzan a satisfacer sus
necesidades básicas más elementales. Bien
lo viene planteando la Organización Internacional del Trabajo – OIT., que en los conflictos y catástrofes, todos tenemos el
deber de proteger y prevenir que los niños y las niñas se vean obligados a
recurrir al trabajo infantil y a las peores formas de explotación para poder
sobrevivir y ayudar a sus familias.
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